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Los Origenes del Ajedrez


Hablar de Ajedrez es hablar de Estrategia, palabra etimológicamente deriva del vocablo strategos que inicialmente se refería a un nombramiento del general en jefe del ejercito. Más tarde pasó a significar "El arte del general". Y ya en tiempos de Alejandro de Macedonia (330 a.C.) el término hacia referencia a la habilidad para aplicar la fuerza, vencer al enemigo y crear un sistema unificado de gobierno global.

Como podemos observar el Ajedrez tiene muchos puntos de contacto con la Ciencia y con el Arte.

En el mismo origen del ajedrez, existe esa gran similitud con el concepto militar, el origen del juego se remonta, según la leyenda, a las lejanas tierras de la India hace muchísimos años.

Se trata del juego inventado por Lahur Sissa para lograr que el Rey de la Peia de Taligana, saliera de la profunda tristeza en que se encontraba por la pérdida de su hijo Adjamir en el campo de batalla. El juego contenía la idea de dos ejércitos, donde los peones representaban la infantería, los caballos la caballería, las torres elefantes de guerra y los alfiles, los visires del rey, la dama representaba el espíritu del pueblo y el rey por último, como el soberano cuya pérdida representaba la derrota.

El Rey, de nombre Iadava, quedó tan satisfecho con el juego que le concedió a su inventor el regalo que él pidiera, es conocida la anécdota de que pidió un grano de trigo por la primer casilla, dos por la segunda, cuatro por la tercera, dieciséis por la cuarta y así en progresión geométrica hasta llegar a la número sesenta y cuatro.

En un principio, el rey se rió de él por lo poco que pedía y por lo mucho que podría haberle dado. Pero esa sonrisa burlona no le duró mucho tiempo, ya que pronto sus consejeros le advirtieron de que lo que le había pedido el inventor no se lo podían conceder, pues no había granos suficientes en todo el reino.

Esta leyenda continúa narrando que el rey y su corte se quedaron estupefactos ante los cálculos estimados, y éste, por primera vez, se veía ante la imposibilidad de cumplir una promesa. Acto seguido, Sissa renunció públicamente a su pedido y llamó la atención del monarca con estas palabras:

"Los hombres más precavidos eluden no sólo la apariencia engañosa de los números, sino también la falsa modestia de los ambiciosos... Infeliz de aquel que toma sobre sus hombros los compromisos de honor por una deuda cuya magnitud no puede valorar por sus propios medios. Más previsor es el que mucho pondera y poco promete"
.

Estas inesperadas y sabias palabras quedaron profundamente grabadas en el espíritu del rey, el cual, olvidando la montaña de trigo que le prometió al joven brahmán, lo nombró su primer ministro.

Concluye la leyenda diciendo que Sissa, al tiempo que distraía al rey con ingeniosas partidas de ajedrez, le orientó también con sabios y prudentes consejos, ayudándole a prestar los más grandes servicios a su pueblo.

Saludos y hasta la proxima


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