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Pasion por el Ajedrez



Es interesante cuando un simple hobbie se convierte en mas que una afición y pasa a ser una adicción, leyendo el blog de la Morsa me encontré con una reflexión sobre el ajedrez y lo que algunas personas que ven de fuera le llaman culto, su reflexión me hizo trasladarme a mis inicios en este bello arte.

Todos alguna vez en la vida nos hemos apasionado u obsesionado por algo. No es la primera vez que me pasa eso, lo curioso fue cómo sucedio. Yo no era de los que le llamara la atención el ajedrez. Como ya habré mencionado por ahí, para mí se me hacia un juego lento, tardado y aburrido. Me decía que de interesante le ven esos dos tipos al estar sentados frente a un tablero hipnotizando las piezas. ¿Acaso así intimidaran al rey del contrario y se rendirá?. Era muy duro en ese entonces. Pero lo cierto es que desconocía mucho sobre el juego, relativamente no sabía casi nada, solo conocía los nombres de las piezas y la verdad eso de ver jugar a "aficionados" no motiva a nadie, al menos a mí no.

Pero mi tiempo llego, ¿por qué digo esto? porque de niño, tendría como 8 años, recuerdo haber visto fotos de un tablero de ajedrez en una revista de la cual no recuerdo el nombre, en esos días no sabía jugar ajedrez y en mi familia solo lo conocían de nombre así que tome las hojas de la revista y me dije para mi "Algún día aprenderé a jugar ajedrez". Justo a un año de entrar a la Universidad en la cafetería de la preparatoria, un día no muy normal, días atrás me había lesionado la rodilla (nada grave) me encontraba ahí en el lugar más alejado de la cancha. Desde donde me encontraba a dos mesas estaba un compañero retando a quien se le pusiera enfrente a jugar ajedrez. Esta vez era un aficionado con aires de grandeza quien aceptaba el reto, presintiendo que eso iba para más me acerque, fue grande mi sorpresa cuando vi que la partida termino en menos de un minuto y en solo cuatro movimientos el nuevo rival declinaba su rey.

Mucho ha pasado desde ese día, adopte una nueva afición que al corto tiempo se convirtió en adicción, me volví un aficionado más que jugaba ajedrez a sol y a sombra, siempre retando a cuanto rival encontrara. Lo mío se volvió una obsesión, no había día que no tocara un tablero y los cafés eran mis lugares de reunión siempre emulado ese mate en cuatro movimientos el cual aplique por decenas y nunca sufrí en carne propia. Para mí el ajedrez era una ciencia, casi un culto y no tarde mucho en perfeccionar mi juego, me hice de un par de libros y programas con los cuales practicaba cuando no tenia rivales. Afortunadamente después de un breve retiro la obsesión desapareció y ahora no es más que un pasatiempo, considerado como arte, del que disfruto alguno que otro sábado y cada que me invitan a un torneo.

Saludos y hasta la proxima


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