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El Cuento del Carpintero


El Maestro del Tiempo recordó un cuento que les relataba a las personas que dejaban todo a la mitad. Entonces llamó a un espíritu recién entrado al Cielo, y le dijo: 

 - ¿Me dejas que te cuente un cuento? 
 - Claro -le dijo el espíritu-, escucharte será un honor para mi. 
 - Entonces ven. Siéntate en la nube blanca mientras escuchas el relato: 

El Cuento del Carpintero

Había una vez un carpintero que estaba apunto de jubilarse. El hombre había trabajado toda su vida con el mismo arquitecto, quien le indicaba qué trabajo hacer. Había llegado su último día de trabajo, y el carpintero estaba inmensamente feliz, por fin dejaría su rutinario trabajo y se dedicaría a descansar. Cuando llegó el momento de hablar con su jefe, éste le pidió un último favor. 

- ¿Podrías construir la última casa? Luego te daré tu retiro. 
- ¿Es muy grande el trabajo? - preguntó el carpintero. 
- Puedes construir la casa como quieras, la dejo a tu gusto, puedes hacerla pequeña o también grande, puedes construirla con el confort y las comodidades que desees, en esta labor no te pondré ni tiempo ni te daré un plano, tú ya sabes de construcción y yo te tengo la confianza suficiente para no tener que supervisar tu trabajo. 

El carpintero, con muy pocas ganas, aceptó. Sería su última casa y luego la libertad de no tener más que levantarse temprano, no llegar cansado los viernes, tampoco esperar las vacaciones, porque estaría siempre de vacaciones, sería dueño de su tiempo.

Construyó la casa muy pequeña, martilló los clavos de mala gana, colocó las ventanas sin prolijidad y cuando creyó conveniente llamó al arquitecto; con un poco de temor a que la viera demasiado fea lo esperó en la puerta mostrándose apurado.

Pero el hombre lo sorprendió, le pidió las llaves de la puerta, cuando el carpintero se las entregó el hombre se las volvió a dar, y tomándole la mano, mirándolo a los ojos, le dijo:

- Estas son las llaves de tu casa, sé que nunca pudiste hacerla tuya, éste es mi regalo. Lamento que no la hayas hecho como te la merecías, tu casa debería ser más bonita.


Moraleja: Nunca dejes nada a la mitad. Si el carpintero hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho con absoluta dedicación.

Lo mismo se puede aplicar a nosotros. Construimos nuestras vidas de manera distraída, haciendo las cosas de cualquier manera, cuando deberíamos poner la máxima atención y cuidado.

Muchas veces, no damos lo mejor de nosotros en el trabajo, con la familia, con los amigos. No nos damos cuenta de que tenemos la vida que nosotros mismos hemos construido. Construyámosla con sabiduría.

Saludos y hasta la proxima
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