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El factor psicologico del Ajedrez



En la lucha ajedrecística intervienen factores psicológicos, tanto dentro como fuera del tablero, y sobre ellos han tratado extensa y profundamente diferentes autores, no sólo desde el punto de vista puramente técnico (jugadas psicológicas, celadas, planes audaces o conservadores según las circunstancias, etc.), sino también desde el referente a las personas que cultivan el noble juego.


Conviene saber cosas sobre la mente, de lo contrario serás víctima de tus rivales.


Desde que Alekhine se negó a cumplir con darle la revancha a J.R. Capablanca, sabemos que el subconsciente ejerce una influencia capital.


Se vio en la actitud mental con que enfocaron la última partida del match Botvinnik-Bronstein.

A lo largo de la revancha de Miguel Thal a Botvinnik. 

En las consecuencias de un ataque planeado contra la mente de Spasski, en 1972: 

  • Le regalaron la primera partida, con una entrega de Alfil.
  • Segundo regalo por la incomparecencia en la 2ª.
  • Cambio de condiciones para continuar el match.
  • La mente del soviético fue trastocada. 
  • El resto del “Match del siglo” fue casi un coser y cantar. 


Ocurrió en Baguío City (Filipinas), durante el Karpov- Korchnoi.

Previo a la partida decisiva, los rusos hicieron caer en una trampa al exiliado.  

Provocaron una discusión con la presencia de un parasicólogo en las primeras filas de espectadores. 


La escuela ex-soviética sabe bien lo que hay que hacer: 

  • Alargar la partida.
  • Obligar al rival a hacer muchas jugadas. 
  • Esperar que cometa algún pequeño o gran error. 


En estos escenarios fían su defensa al factor psicológico:

  • El subconsciente puede activar un programa de auto-boicoteo.
  • Si ha dormido poco, entonces el cansancio hará mella.
  • Su mente puede relajarse por la victoria evidente.


Otro elemento psicológico muy importante de la partida es el referente a nuestro adversario, cuya categoría, conocimientos técnicos, preferencias, estilo de juego, puntos fuertes y debilidades debemos conocer y analizar previamente, siempre que nos sea posible. 


En ajedrez, como en toda lucha, lleva mucho terreno ganado el jugador que conoce y estudia a su rival y aplica en cada caso la receta que más puede perjudicarle y contrariarle. Casi todos los maestros actuales, y también los del pasado, han tenido muy en cuenta estos preceptos psicológicos, y en sus carpetas figuraban perfectamente catalogados todos sus posibles adversarios. En este aspecto, Alekhine figuraba entre los más cuidadosos.


Pero no olvidemos que el ajedrez es un juego sumamente individualista, y la derrota no puede achacarse a nada ni a nadie sino a nosotros mismos. Y esto, al fin y a la postre, redunda en nuestro propio beneficio, pues nos ayuda a hacernos y, sobre todo, a sentirnos responsables de nuestros actos y a no buscar pretextos con los que justificar nuestra torpeza y con los que engañar a nuestro amor propio. Y el hecho de salir vencedores en la lucha tampoco debe envanecernos demasiado, ya que nuestra victoria se deberá siempre, absolutamente siempre, más a los errores de nuestro contrario que a nuestra habilidad. No olvidemos que una partida sin errores por ambas partes debe terminar en tablas. 


El ajedrez nos enseña, por lo tanto, a ser modestos, tanto en la próspera como en la adversa fortuna, con lo que no deja de constituir una gran lección para la vida.


Saludos y hasta la próxima 



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